REPORTAJE PUBLICADO EL 6 DE ENERO DE 2018.
En el siglo XVII, unos frailes construyeron junto a un acueducto este edificio provisto de un molino para aprovechar la fuerza motriz del agua procedente de un manantial. También sirvió para la fabricación de tejidos de lana del ganado que tenían los propios cartujos.
En el siglo XIX pasó a manos privadas debido a la desamortización. Se dice que durante la segunda República mataron a algunos trabajadores que fueron arrojados a uno de los pozos que hay en el patio exterior. También que se destruyó una capilla para utilizarse como corral. Terminó siendo embargado y se utilizó como puesto de vigilancia contra el contrabando.
En 1970 se instaló una fábrica de muñecas de porcelana, que funcionó a la perfección hasta que en los años ochenta entre la competencia que empezó a ganar peso y la muerte del dueño, terminó cerrando.
Con todo el material y maquinaria en el interior del edificio, fue vendido a una persona que intentó convertirlo en una residencia para niños discapacitados, pero al enfermar, el proyecto se paró, quedándose el edificio en total abandono, con su consiguiente deterioro y vandalismo.
Aun tratándose de un edificio histórico, el abandono al que se ha sometido todo este tiempo propició que hace unos años se derrumbara el tejado y al parecer, hace algunas semanas cedieron los forjados, cayendo el edificio entero a excepción de algunas paredes de la fachada. Un triste final para un edificio con tanta historia.
A las espaldas del edificio se conserva en buenas condiciones un gran arco de mampostería y sillería que servía de acueducto.